jueves, 11 de junio de 2009

Casi me persuaden a favorecerlos con mi voto, jaja!


Desde la óptica de la creatividad —no desde la de la militancia partidista—, el mejor spot hasta el momento:








Califíquenlo del 1 al 10 y dejen sus comentarios.

[Está cagadísimo lo de los grillos y la cocinerita, ¿no?

jajajajajajajajaja...]

miércoles, 5 de noviembre de 2008

...el arte de lo posible

En estos tiempos todo puede pasar: caerse el sistema, ser secuestrado, defraudado por teléfono, ser asesinado, crisis económica, y ahora... matar a dos pájaros —o más— de un solo tiro: Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos.
El mensaje por parte del narco es claro: si les estorbas en su camino, ellos harán todo lo posible por hacerte a un lado.
A propósito... "La política es el arte de lo posible", dijo Peter Sloterdijk en su obra de 1994, En el mismo barco. Pero no sólo la política, sino el poder que confiere el narco también.

viernes, 25 de julio de 2008

De la consulta pública sobre PEMEX

En su obra Historia y crítica de la opinión pública (México; Ed. G. Gili, 1994, p. 102), Jürgen Habermas establece —entre muchas otras tesis básicas— que la Public opinión (Opinión pública) “se forma en la discusión pública, luego de que el público, por medio de la educación y la información, haya sido puesto en condiciones de formarse una opinión fundada…”.

Lo anterior nos habla de que no cualquier individuo debe opinar de cualquier tema o asunto en cuestión. Puede hacerlo, por aquello de la libertad de expresión que nos confiere nuestra Carta Magna, pero, con el debido respeto que se merecen la señora de los tamales, el señor de la tiendita, el señor operador de microbús o el policía corrupto, sus opiniones no resolverían absolutamente nada sobre los asuntos públicos.

¿Hasta qué punto será útil la opinión de la señora de los tamales o del policía corrupto? ¿Acaso el resultado de la consulta será el remedio para los males que agobian al país?
La consulta ciudadana que con motivo de la reforma energética, llevará a cabo el próximo 27 de julio, el PRD, es otro más de sus artilugios demagógicos para preservar el fervor popular de sus simpatizantes y adquirir otros más con miras a los comicios del 2012.


El resultado de la consulta lo sabemos de antemano, no hace falta ser expertos en temas políticos, ni adivinos que se promocionaban en el canal de las estrellas a la media noche, para saber que la gran mayoría de los consultados deliberarán que “el petróleo es de los mexicanos”, que “hay que defenderlo”, que “no hay que dejar que caiga en manos de extranjeros” ni del “capital privado”... y tienen toda la razón.

Seamos realistas: el asunto es mucho más complejo que ir a preguntarle a los “ciudadanos” sobre un tema que no dominan ni conocen, y cuyos “argumentos” se basarían en lo que han visto y escuchado en la televisión. El asunto radica en llegar a tomar decisiones —que después se reflejen en los hechos—, fundadas en la razón y el diálogo, correctas y viables para la nación.
El PRD está en todo el derecho de llevar a cabo tal ejercicio, al fin y al cabo es mera estrategia política, y es responsabilidad de la señora de los tamales y del señor de la tiendita, y de todos aquellos que participen, reflexionar sobre la utilidad de su contribución a corto plazo, es decir, ¿qué se resolverá con las opiniones que emitan? ¿Qué medidas tomarán los competentes al respecto? ¿De qué servirá su consulta ciudadana?


Con todo lo anterior no quiero decir que estoy a favor de la privatización, ni mucho menos; no obstante, hay que darnos cuenta que los organizadores están sirviéndose del tema del petróleo para ganar prosélitos, como lo menciona Habermas: “las noticias mismas se han convertido en mercancías” (Ibidem, p. 59). Las vicisitudes de un tema de tal envergadura, como lo es la situación del petróleo mexicano, no se resolverán con la consulta a la ciudadanía, cuya “información” la reciben de lo que ven y escuchan de la televisión.

“La opinión pública se forma en la disputa argumental alrededor de un asunto, no acríticamente en el apoyo o rechazo —plebiscitaria o ingenuamente manipulados—, apoyados en el common sense (sentido común) de personas.” (Ibidem, p. 103).

viernes, 13 de junio de 2008

California Dancing Club, “la Catedral del baile en México”

Ellos, trajes de casimir —el color es lo de menos, los blancos y negros sobresalen—, camisas a tono y corbatas también. Ellas, vestidos de coctel, tacones altos e impecables peinados; el tono del maquillaje siempre jugando con los vivos del trajeado. Esta ocasión nada está de más, nada luce exagerado, “hoy —como asegura “don Trini” quien desde hace más de 20 años asiste al salón—, todo se vale”. Y es que esta tarde “El Palacio del Baile en México”, el California Dancing Club, festeja cincuenta y cuatro años “de vida y sabor”, desde aquel domingo 14 de abril de 1954, cuando nació como “La mejor y más grande pista de baile”, en el 1189 de la Calzada de Tlalpan.
Y ¡vaya padrinos!: “las más renombradas orquestas de la W”: “Larry Sonn, con sus 19 solistas y cantantes”; “Chucho Rodríguez y sus 17 ases del ritmo”, y “La Doble Orquesta de Alfonso Castañeda”. Los obsequios, las rifas y las variedades fueron los recuerdos, ésos que los asistentes se llevan al finalizar la fiesta y después de habarle sacado brillo a la pista de baile.


Pero tampoco nada está de menos; algunos otros visten de lo más sencillo: ellos, pantalones de mezclilla, playeras con el número 10 de la Selección mexicana, suéteres de rombitos, tenis con la insignia de Nike casi despintada. Ellas, playeras con estampado de la Virgen de Guadalupe, zapatos “bajitos”, y los labios y ojos apenas delineados por un tenue maquillaje. “El chiste es sentirse cómodos pa´ echar el baile, ¿No joven?” (Carcajadas y mejillas ruborizadas acentúan su algarabía). Y es que, como lo establece un letrero a un costado de las taquillas:


“Es —según el critico de danza y periodista, Alberto Dallal, en su obra El “Dancing” mexicano (1982)— un espacio social en el que tiene lugar un amplio y dinámico fenómeno estético cuyas características de naturalidad, espontaneidad y vigorosa creatividad incluyen o involucran principalmente lo que algunos autores denominan “sectores medios”, grupos de fuerza y pujanza económica dudosas. […] En esos establecimientos de baile, la baja clase media se olvida de horarios, deudas, regaños, jefes y padres.”

Ya casi es hora. Algunos asistentes aguardan en el pasillo observando la galería de reconocimientos, homenajes, fotos, recuerdos, posters de conjuntos que ha visto desfilar por su escenario “el Palacio”, collages de las secciones “Sociedad” y “Espectáculos” del Sol de México, de la TV Notas, de la Furia Musical, que alguna vez en sus páginas publicaron las entregas de “El Califa de Oro” ——premio que desde hace 26 años se otorga a celebridades de la farándula, propuestos por el público— a Verónica Castro, Jorge Ortiz de Pinedo y Carmen Salinas, quien jamás fue a recibirlo.

Algunos otros ya se saben el camino de memoria; llegan y a lo que van. Se postran frente a las taquillas y descubren que el precio del boleto “hoy está más caro (de $50 u $80, precio regular, subió a $100 por persona). Es que es el aniversario y van a tocar buenos grupos. Y todos los años rifan regalos.”

Ya es hora. Domingo, 8 de junio… 54 años después, “El Califa” de la Portales de nuevo se viste de fiesta con nuevos padrinos: “artistas de cine, radio y televisión”: Huicho Domínguez, “Grupo Kien?”, “Los Klazykeroz”, “El Súper Grupo Colombia” y “Yesi Tovar”.



“Ya está todo listo, sólo falta que la gente escriba la historia, haga la fiesta… su fiesta”. A pesar de más de 35 años del mismo ritual, “la Jefa”, Mariana de la Cruz, todavía luce nerviosa tratando de afinar hasta el último detalle, contestando cada llama, cada solicitud, mandando, ordenando, respirando profundo a cada instante, a cada obstáculo que supera: “Por qué no prende ese foco”, “Avísame cuando llegue el pedido”, “¿Bueno? Si, vengo llegando, ¿tú donde andas?”, “Haber, ´poli´, atiéndame a este joven”…

Y es que después de la muerte de su esposo, Guillermo César Escoto —hijo de los fundadores del recinto y quien falleciera hace varios años— “no ha sido fácil, pero tampoco difícil. El salón mismo me enseñó lo que le gusta”.

Son apenas las 9:00 p.m. y “el Palacio” está extasiado. Doña Mariana calcula unos ocho mil asistentes, aproximadamente. Ya han tocado cinco conjuntos y lo mejor estará por venir. Bajo el son de “la Cita”, el grupo “Los Tenorios” invita al público a “disfrutar de la fiesta y no quedarse sentados”, pero no hace falta tal exhortación: los que están sentados es “para agarrar aire, pero ahorita le siguen”; otros beben sus vasitos de agua o refresco expendidos en el lugar; unos más no dejan de ir a los sanitarios a mirarse al espejo desde diferentes ángulos, para mojarse la cara, el cabello y acomodarse el cuello de la camisa, haciendo extrañas gesticulaciones… posando.



Afuera se escucha cómo comienza una nueva melodía: “La vida es un carnaval”, de la cubana Celia Cruz. El público se conmociona y jubilosas parejas atiborran la pista. Lo hacen de todos tipos, desde los más experimentados y con vasta experiencia —algunos ya profesionales—, hasta principiantes y espontáneos, pero ambas partes, extasiados, opinan que “el baile es un deporte”.

Absurdo resultaría, entonces, preguntarse qué representa el lugar para la sociedad mexicana. Crónicas, novelas, películas y obras de teatro en su honor, a lo largo de su historia “el Palacio” ha visto pasar desde la puesta en escena de “El Califas”, de la coreógrafa de la UNAM, Gloria Contreras, hasta la película “California Dancing Club”, de 1981, “la cual —declara orgullosa su lideresa— “llegó a ser considerada por muchas personas como la versión mexicana de la célebre Fiebre de sábado por la noche”. Y es por ello que desde sus primeros años de vida, el California pasó a ser una referencia obligada para la cultura popular de la capital mexicana.

Para la cultura del dancing mexicano, “aquella realidad global que a la vez constituye prácticas, obras y actitudes de la baja clase media mexicana. Es decir, una generalidad social muy cambiante, rica, intensa, agobiada y agobiante que aparentemente, sólo aparentemente, resulta espontánea y anárquica desde el punto de vista cultural”. Aquella realidad que capturó Alberto Dallal en su “Dancing” mexicano.

Pero “la jefa”, Mariana de la Cruz deja de lado la formalidad, no hace referencia a grandes textos bibliográficos ni a doctos autores en el tema. Y no le hace falta. Guarda silencio un momento, pierde la mirada en el vacío y, al regresar, responde: “Habrá muchas capillitas, pero esta es la Catedral del Baile en México”.

jueves, 10 de abril de 2008

Rolonononones enfermos...






Aquí les dejo un track list para que le bailen enfermamente mientras se deciden a comenzar o continuar la lectura de esas ininteligibles copias fotostáticas o la redacción de cualquier intento de control de lectura:


  • The Strokes, "Hawaii Aloha" (la versión en vivo está más chingona)
  • Delorean, "NYC Gaps"
  • The Delays, "Valentine"
  • LosDymanites, "Ready ready"
  • Los Xochimilcas, "Rock rollin rock"
  • The Hives, "Walk idiot walk"
  • Franz Ferdinand, "Take me out"
  • The Fratellis, "Creepin up the backstairs"
  • The withest boy alive, "Burning"

Ya con más tiempo les enlzaré los sitios donde podrán escucharlas, por lo pronto no se pongan pesados y disfruten de buena —lo que sea que eso signifique— música.